D.F. día 32

11/05/2010

Hoy escribo con retraso debido a que me ha costado sobreponerme a las experiencias del Metro.
Me he dirigido esta mañana al CENIDIAP, donde debía consultar la información que la directora de sus archivos había recopilado para mostrarme. La foto que hoy pongo es de un parque pues no he tenido valor de fotografíar nada de lo que he visto en el Metro.
Viajaba tranquilamente sentado en un vagón, inmerso en la lectura de un libro de historia de esos que me ocupan sobremanera mi tiempo últimamente. De pronto, un -creía yo- vendedor se ha puesto a vocear. Como estaba escuchando el iPod, bueno intentando, pues da igual cómo de alto pongas el volumen, se oye más lo de fuera que la propia música que uno lleva consigo. Bueno, a lo que iba, el supuesto vendedor voceando extiende en el suelo del vagón un trapo con algo, que suponía pues miraba de reojo, eran artículos para la venta, pero no. Craso error. Eran unos cristales de botella sobre los que el susodicho ha golpeado con extremada violencia su cara y sus antebrazos. Posteriormente ha recogido sus bultos y se ha ido al siguiente vagón a repetir la actuación.
Luego ha venido un vendedor de rosarios tallados en madera y un largo etcétera de comerciantes ambulantes.
Después de la consulta de los archivos he ido a comer y descansar al parque Masayoshi Ohira (foto), un remanso de paz japonés en el centro de la Colonia Country Club.
Después de comerme el bocata en ese parque, he vuelto hacia el centro y me he parado en un Walmart, un supermercado que tiene de todo y que está fenomenal. En los hipermercados/supermercados es donde se toma el pulso a la sociedad de cualquier país: ves qué se consume y qué interesa en un determinado lugar. Uff, me ha quedado súper-sociológico el comentario. Ja, ja.
Una vez finalizada mi exigua compra he vuelto a subir al Metro y allí me esperaban dos niños maquillados de payaso que han empezado una actuación teatral que a buen seguro les curtirá en estas lides, las del mundo de la farándula.

s.i.c.p.