jueves, 20 de mayo de 2010

D.F. día 40



20/05/2010

Lo que parecía increíble en este país tan devoto de la Virgen de Guadalupe (su madrecita) y de San Judas Tadeo, patrón de los imposibles: la Cienciología se ha instalado y de qué manera. En una esquina de la Avenida Juárez. En plenísimo centro de la ciudad, enfrente del histórico parque de la Alameda. Hoy he visto como, tras quitar los andamios y telas que cubrían la remodelación de un antiguo edificio, surgía reluciente la nueva Sede de la Iglesia de la Cienciología de México, la antigua está enfrente de la Embajada Británica, cerca del Paseo de Reforma a la altura de la Zona Rosa. La cual encontré por puritita casualidad buscando un restauran de comida oxaqueña al poco de llegar a la ciudad. Pero esa antigua sede no tiene punto de comparación con esta. A ver si la gente se vuelve loca cuando llegue Tom Cruise.

Otro asunto, hoy he conocido a la plana mayor de la Asociación Mexicana de Filatelia, y sí, todos son muy mayores. El sello postal y el interés por él, agoniza. Mañana tengo una entrevista con un historiador del sello y autor de varios libros.

Por último, cuando un semáforo se pone en rojo en cualquier avenida surgen vendedores ambulantes que te venden casi de todo, desde melones a quitasoles. Pero también los hay que, en domingo, se llevan a sus hijos pequeños y juntos realizan acorbacias vestidos de payaso en el corto espacio de segundos que permanece el semáforo prohibiendo el paso. Les da tiempo a ofrecer mercancias o acrobacias y cobrar si alguien se intersa por ellas. Como he dicho en alguna ocasión, el cruzar las avenidas de 4, 6, 8 y hasta 12 carriles, incluso por la zona protegida por la actividad de un semáforo, es un deporte de riesgo. Por un lado los taxis, los autobuses y ambulacias parecen regirse, por lo que parece ser, su propio código de la circulación. Luego hay carriles asignados a la dirección contraria del resto para agilizar el transporte público. En fin, un maremagnum de vehículos que no invita, precisamente, a exponerte innecesariamente a ser arrollado. Pues hoy, ¡oh, sorpresa! -debe estar de moda esta temporada-, he visto a un tío, que ha dejado a su hija pequeña en la acera y se ha puesto, en medio de una avenida de 4 carriles en plena hora punta, a realizar el numerito de los cristales.

Pffff.

s.i.c.p.

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