domingo, 23 de mayo de 2010

D.F. día 42



22/05/2010

Hoy he visitado el Castillo de Chapultepec, rsidencia de los dirigentes del país, creo, hasta que Cárdenas optó por un sitiomás cómodo y modesto, acorde con la nueva ideología revolucionaria institucionalizada del país.
Quería ir en metro hasta la parada que comparte nombre con el castillo y el parque más grande de la ciudad al que le deben el nombre. Pero, ¡oh, terror!, me he dirigido al andén de la línea verde claro, que es el que debía tomar para hacer luego trasbordo a la rosa y se me han caído los palos del sombrajo. Cuantísima gente. Qué pereza de masificación urbana. He decidio andar, y sin saberlo he iniciado una marcha que duraría entre ir y volver tres horas y media.

Llego al Monumento a la Independencia para hacer unas fotos y, hala, otra manisfestación. ¡Qué activo es este país! Veo manifestaciones casi todos los días. Bueno pues las fotos no salen tan bien como quería por varias razones: mi cámara, yo mismo y los manifestacntes que me descuadran las composiciones.

Llego al parque, busco la cuesta tan pina que lleva al castillo, un edificio cuyo único interés arquitectónico para mi es que tiene en su azotea un jardín con fuentes y todo.
Cuenta el castillo con un museo en su interior con murales, como no, expresión del régimen priista, revolucionario y por ende, equiparable a lo mexicano durante un tiempo. Dichos murales aparatosos y aparatosamente sesgados e incopmprensibles fuera de su contexto histórico son el orgullo estatal (no digo nacional, digo estatal). El museo tiene cosas y chachibaches fantásticos y las cartelas y textos explicativos están, digamos, dirigidos.
Por ejemplo, se hace poco hincapié en que Maximiliano intentó mexicanizarse lo más posible (cosa que, obviamente, da igual) e impulsó el modernizar el país a marchas forzadas En cambio sí se señala que en el castillo, aunque hubiera que llevar agua a mano, él y su mujer tenían un baño cada uno. Algo por otra parte fundamental para ilustar la necesidad de otra guerra civil.
También me sorprendió descubrir que España (no, la corona de Castilla y Aragón) emprendió el descubrimiento de América porque su territorio estaba superpoblado (claro, como Bangladesh). No en vano, la Conquista ya había sido ensayada en los Países Bajos, unos territorios que se conquistaron para dar cobijo al excedente de población de la península. Y uno que siempre había creído que las guerras en Flandes fueron para que no se separaran del territorio de la corona de los Hasburgo y emprendieran, como hicieron una fructífera carrera como comerciantes marinos con la Compañía de la Indias Orientales, primer monopolio del mundo. Y claro, la excusa fue la religión.
Ah, y que los conquistadores de México tenían experiencia en la lucha contra los moros. De hecho debieron ser tamborileros en esas guerras, pues si echamos cuentas y México (la capital, algunas zonas no lo fueron hasta el siglo XVIII) no se conquistó hasta principios de los años 20 del siglo XVI...de 1492 a 1519, pues tenemos casi treinta años. Pues sí, los venerables capitanes se debieron curtir en esas guerras. Como por ejemplo Cortés, que cuando la toma de Granada tenía la muy adulta edad de 7 años.
Un cúmulo de, digamos, medias verdades (como, por otra parte, todo en la Historia) o, en este caso concreto, mentiras fundadoras, como las definió Héctor Aguilar.

Aproveché y hice algunas fotos, que pese a los condicionantes de todo signo muestran las dimensiones del Paseo de la Reforma visto desde un balcón del casstillo.

Luego volví a casa a descansar pues tenías los tobillos como macetas.

s.i.c.p.

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